Reflexiones de podcast de trinchera #5 - Gino Bartali, bicicleta contrabandista

  

BREVE INTRODUCCIÓN

¡Ep! ¿Como vamos?

Esta publicación de la serie "Reflexiones de podcast de trinchera" va a ser ligeramente diferente al resto y no va a cumplir con la estructura de las demás.

En esta ocasión no tenía compañía en el taller, estaba yo solo al timón del barco...pero quise que fuese así.

No quiero mentirte y decirte que este episodio me salió rodado o que estaba todo planeado. Te diré la verdad:

"Estaba muerto de miedo y muy indeciso"

Pero, sabes qué? Me alegro de haber hecho caso a mi intuición y escuchado a l@s que me recomendaron que no hiciese caso a las estadísticas, escuchas o parámetros varios, que (sonará a cliché barato) siguieses los dictados de mi corazón. 

UNA NUEVA EXPERIENCIA

Y así fue como nació este formato que tantas ganas tenía de probar, saborear y experimentar. 

¡Y me encantó!

Me saqué la espinita de ser un contador de historias, de ser un mero instrumento facilitador de información y vencer ese miedo a tener que llenar todo el tiempo que durase el episodio con mi voz, y no aburrir. 

¿Podría haberme salido mejor? Tal vez. Podría haber tirado de muchos hilos y documentarme mucho más, pero entonces, conociéndome, jamás habría estado lo suficientemente perfecto como para grabar. 

¿Contento con el resultado? Por supuesto. Y tengo en el fogón, cual guiso a fuego lento que requiere hacerse a su amor, otra historia curiosa. 

PARA DESPISTAD@S Y REPETIDOR@S

Por si te lo perdiste o quieres repetir, aquí dejo el reproductor del Episodio #5. Es cortito, dale una oportunidad si no lo hiciste ;)

 

Si te gusta me encantaría que me lo hicieses saber. Y ya no hablemos del favorazo que me haces si lo compartes :)

Y sí, esta vez tampoco hubo vídeo en el canal de Youtube

TRANSCRIPCIÓN DEL EPISODIO, POR ERES MÁS DE LEER.

Si te gusta más leer, aquí te dejo (más o menos) la transcripción de lo conté en el episodio:

¡Ep! ¿Como vamos?

Hoy me he venido solo al taller, tenía todo muy desordenado y quería aprovechar para barrer, de hecho, con la puerta abierta...para que salgan las pelusas.

Quería aprovechar esta ocasión, más de tú a tú, para contaros una historia que le sigo la pista de hace años, por lo menos, desde 2013, cuando vi un pequeño documental de Informe Robinson que hablaba del tema.

El reportaje me causó tal impacto que con el paso de los años, a temporadas, seguía la noticia para saber si había algo nuevo. Y hace poco, me topé con nuevas informaciones. No he podido abarcar todo lo que quería para contaróslo, pero algún día, cuando lea los libros, vea los documentales y películas, si os apetece, vuelvo a traerlo para darle otra pasada.

Antes de empezar, me váis a permitir que ponga en marcha la máquina de café...

Nuestro protagonista nace en julio de 1914, en Ponte a Ema, en la Toscana italiana. Crece en el seno de una familia humilde.

Durante su juventud trabaja como aprendiz en una bicicletería, del cual su dueño era corredor. Animado por esto, compra una bicicleta y descubre, a una temprana edad, que es todo un portento.

A punto estuvo de abandonar su carrera cuando murió su hermano, ya que es un católico convencido.

Gino Bartali fue tres veces ganador del Giro de Italia (1936, 1937 y 1946) y dos veces ganador del Tour de Francia (1938 y 1948), éste último, algo realmente curioso en un corredor.

Icono en Italia, es alabado como un héroe en Israel. Fue reconocido como Justo entre las Naciones en 2013. El premio se otorga a los no judíos que pusieron en peligro sus vidas para salvar a los judíos durante el Holocausto en la Segunda Guerra Mundial y lo otorga el museo conmemorativo de Yad Vashem.

Tras su fallecimiento en el 2000, su hijo Andrea comenzó a reconstruir las hazañas de su padre en tiempos de guerra y finalmente entendió por qué su padre, a pesar de haberle contado su secreto, le hizo prometer que no se lo diría a nadie en ese momento:

Haces buenas acciones, pero no hablas de ellas. Si hablas de ello te estás aprovechando de las desgracias de otros para tu propio beneficio."

Remontémonos, en primera instancia a 1948, a la improbable victoria de Bartali en el Tour de Francia.

El día anterior a la etapa de montaña que tocaba, Bartali se alojaba en el Hotel Carlton de Cannes cuando fue llamado por el futuro líder del Partido Demócrata Cristiano de Italia y le dijo que tenía que ganar una o dos etapas porque así evitaría el derramamiento de sangre tras el intento de asesinato de un político comunista.

"Lo haré aún mejor que eso", prometió Bartali. "¡Ganaré toda la gira!"

Fue el recordado y épico enfrentamiento con Louison Bobet, el cual le saca 21’ de ventaja en la general. Amanece con fuerte tormenta y lloviendo, con lo que Gino le dijo a Bobet: “Uno de los dos sufrirá hoy”. Ese día tenían por delante coronar el Izoard.

Además, cabe recordar que se avecinaban varias etapas en los Alpes, lo cual Gino, supo aprovechar bien rematando el trabajo y llevándose el Tour a casa.

Puede decirse que esa victoria contra todo pronóstico evitó una guerra civil italiana, y ello sería un jugoso pastel con el que llenar titulares, pero el secreto que guardó hasta el día de su muerte es la razón por la que Bartali es ahora considerado uno de los fuera de serie.

Retrocedamos ahora diez años atrás, a 1938.

Gino el piadoso, como lo apodaron los periódicos de la época, es famoso en Italia por su feroz rivalidad que algunos afirmarían que rayaba el odio, con su compatriota Fausto Coppi, otro ganador de múltiples Tours.

La razón por la que ayudó a rescatar a tantos judíos la explicó su viuda, Adrianna Bartali, que estaba viva cuando se realizaban investigaciones para esclarecer los hechos:

"Él era consciente de las inmensas contribuciones que tantos italianos habían hecho -muchos habían sido torturados, muchos habían sido asesinados- y pensó que él [tenía que] hacer su parte."

Con un riesgo considerable para su propia vida y la de su joven familia, Bartali usó su fama y, de hecho, el cuadro de su bicicleta, para contrabandear documentos que quizás salvaron a 800 judíos italianos de las cámaras de gas.

Sin embargo, a pesar de ser una de las personalidades deportivas más famosas de Italia, objeto de innumerables artículos de periódicos y revistas, y en sus últimos años, un experto de la televisión italiana, Bartali nunca habló de sus heroísmos de guerra, ni siquiera con su familia.

"Algunas medallas están hechas para colgarlas del alma, no de la chaqueta", dijo una vez Bartali, aunque en un contexto diferente.

Era una cuestión de orgullo nacional y prestigio para la Italia de ese año, con lo que Gino, sentía una presión enorme.

Tras su victoria, fue invitado a dedicar su victoria a Mussolini, pero se negó. Fue un grave insulto al Duce y un gran riesgo a tomar.

A mediados del Tour de ese año (del 38), Mussolini había publicado un Manifiesto sobre la Raza, que llevó más tarde a que los judíos fueran despojados de la ciudadanía o de cualquier posición en el gobierno o las profesiones.

A punto de estallar la Segunda Guerra Mundial, para los despistados y los que no atendimos en las clases de Historia (me confieso culpable), digamos que fue del 39 al 45. Se presume que es entre los años 43 y 44 cuando acontecen los hechos que os voy a explicar ahora.

La afirmación es que a Bartali se le pidió que pasara de contrabando documentos de identidad falsos entre Asís y Florencia por el cardenal de Florencia, el arzobispo Elia Dalla Costa. La Italia fascista de Mussolini era antisemita pero, a diferencia de la Alemania nazi, no lo era de forma asesina. Los judíos se sentían relativamente seguros en el país hasta 1943 cuando los nazis comenzaron a operar en el norte de Italia y exigieron que los judíos fueran entregados para ser enviados a campos de concentración en Europa del Este.

Algunos líderes de la iglesia, incluyendo a Dalla Costa, organizaron una red de rescate clandestina para sacar a los judíos del país, para lo cual necesitaban documentos de identidad falsos. Tales documentos eras precisos para moverse dentro de las ciudades, alquilar habitaciones u obtener “cartillas” de racionamiento.

Se afirma que Bartali se unió a la "red de Asís" de Dalla Costa y recogió documentos falsificados en una imprenta operada por el propietario de una tienda de bricolaje Luigi Brizi; imprenta que hoy día se encuentra en un museo de Asís dedicado a la red de contrabando.

Usando la excusa de los viajes de entrenamiento a larga distancia, Bartali podía recorrer cientos de kilómetros entregando estos documentos, teniendo que recorrer algunas veces entre 300 y 400 km en un solo día debido al toque de queda.

Se cuenta que Bartali escondió los documentos falsos en el marco de su bicicleta, y siempre que era inspeccionado por la policía pedía que no se tocara su bicicleta, ya que la configuración era tan precisa que no podía ser manipulada sin causar un desastre.

En uno de estos entrenamientos, al ser tan reconocida su bicicleta dorada y tenerla siempre impoluta, hasta fue bombardeada. Tras lo cual, decidió no tenerla tan cuidada a la vista.

Al asumir este papel, se puso en un gran riesgo, llegando incluso a ser arrestado e interrogado por el jefe de la policía secreta fascista de Florencia, donde vivía.

Durante un tiempo incluso se escondió, viviendo de incógnito en la ciudad de Citta Di Castello en Umbría.

Por si todo esto no fuera poco, Bartali tampoco se quitaba la presión al llegar a su propia casa ya que escondió a su amigo judío Giacomo Goldenberg, y a su familia. Así que no solo puso en peligro su propia vida, esto se extendió a la de su esposa y el pequeño de la familia en aquel momento.

Su hijo Andrea cuenta que en las ocasiones que la gente lo aclamaba como un héroe, su padre, con humildad, respondía: 

'No, no - quiero ser recordado por mis logros deportivos. Los verdaderos héroes son otros, aquellos que han sufrido en su alma, en su corazón, en su espíritu, en su mente, por sus seres queridos. Esos son los verdaderos héroes. Yo sólo soy un ciclista".

 CONCLUSIÓN

Hoy día parece que no nos enfrentamos a este tipo de situaciones, y que el ayudar a una persona, no nos pone en semejante peligro. Así que, muchas veces, me pregunto:

  • ¿Saldría de mi zona de confort para ayudar a alguien?

  • ¿Me arriesgaría por, simplemente, hacer lo que “es correcto”?

  • ¿Arriesgaría mi vida por un desconocido?

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¡Hasta el próximo episodio!

Bueno, a ver ahora como hago para llegar a la persiana...



Comentarios

  1. Me encantó. Una historia muy bonita y que te hace creer en la bondad de las personas. Creo que nos hace falta un poco de esto en estos tiempos que estamos viviendo.

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    Respuestas
    1. Hace poco escuché la misma historia a través de otro podcast y, en mi opinión, se complementa muy bien con éste.

      Busca "Historias de bicicletas", el episodio es "El ciclista del régimen".

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